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Estratagemas antinucleares
Ser antinuclear es una opción política. Ni la ciencia ni la técnica pueden decidir por nosotros nuestras preferencias políticas. Sólo pueden apuntarnos sus consecuencias.
Hay gente que no puede con el miedo a volar, por mucho que les digas que el avión es uno de los medios de transporte más seguros. Pero si esa persona decide que jamás cogerá un avión, no tiene por qué justificar sus preferencias personales inventando pruebas de lo inseguro que es un Airbus. Eso es justo lo que hacen todo el tiempo muchos antinucleares.
En esta entrada voy a poner varios ejemplos de la utilización de falsos hechos y argumentos para justificar una posición antinuclear. También pondré ejemplos de posicionamiento antinuclear honesto y bien argumentado. Finalizaré con algunas derivas de los pro-nucleares hacia los límites de la ciencia.
Mi primer ejemplo es relativamente reciente. Con la polémica de la prolongación de la vida útil de la central de Garoña, IU
publicó la siguiente imagen
Como una imagen vale más de mil palabras, sobre todo en el dominio de las redes sociales de la actualidad, edité rápidamente una versión propia que reflejara lo absurdo de la propaganda de IU
Mi imagen, con sus deficiencias de una edición rápida y mis pocas dotes artísticas, es incluso mucho más "razonable" porque al menos utilizaba una máquina voladora. IU ni siquiera utilizó algo equiparable a una central nuclear, puesto que la fotografía que utiliza y que data de 2011
no es la planta de Fukushima, sino el área de almacenamiento de gas natural de la refinería Cosmo en la ciudad de Ichihara, de la prefectura de Chiba, unos 300 Km al sur de Fukushima, que también resultó dañada consecuencia del Tsunami.
Varias cuentas de twitter (incluida
la de un servidor) recordaron a Alberto Garzón y a IU que la imagen era falsa, pero, hasta donde sé, han mantenido un silencio sepulcral sobre el asunto. Aunque no creo que sirva como descarga de responsabilidad, esa imagen fue
utilizada por error (o como mera propaganda) por numerosos medios antes que lo hiciese IU.
El segundo ejemplo es otra imagen que me llegó recientemente en twitter a través de una cuenta de divulgación científica y que también se repite a menudo en muchos medios como propaganda antinuclear.
Según la propaganda, esa imagen representa la radiación de Fukushima extendiéndose por el Pacífico. La realidad es menos acongojante pero igual de sorprendente.
Se trata de la predicción de NOAA de la altura de las olas durante el tsunami que asoló la costa japonesa en 2011.La cuenta de divulgación rectificó, sabiamente, eliminando el tuit. No esperen que la fuente original lo haga.
Exagerar los peligros de la radiación es otra típica estrategia de los antinucleares. El último ejemplo trivial consistió en anunciar a bombo y platillo los altos niveles de radiación que TEPCO (la empresa propietaria de la central de Fukushima) había
medido en el interior del reactor nº2 de la Central.
Podemos leer
en el diario El Mundo por ejemplo:
Tepco ha anunciado que se han alcanzado los 530 sieverts por hora, lo que provocaría la muerte de una persona tras una corta exposición, según ha informado la agencia japonesa Kiodo."
Imaginen un diario que tiene la intención de ser tomado en serio que publicase una noticia del tipo:
Bromas aparte, los titulares anteriores son un bonito ejemplo de "fake news" que tanto se estila en la actualidad. Su proliferación en la red influyen obviamente en la percepción de riesgo que la gente atribuye a la energía nuclear. Pero hay argumentaciones aparentemente más sofisticadas también basadas en falsa ciencia. Veamos el último ejemplo publicitado por Greenpeace.
Greenpeace Japón acaba de publicar un
reportaje de medidas de radiación donde se escandalizan de lo siguiente:
La exposición externa a la radiación procedente del cesio-137, el rango de dosis a lo largo de la vida se ha calculado entre 39 mSv y 183 mSv, dependiendo de pasar entre 8 y 12 horas al día en el exterior, para los ciudadanos que viven en las casas durante un período de 70 años comenzando en Marzo de 2017. Entre los miles de puntos que Greenpeace Japón midió para cada casa, casi todas las lecturas de radiación mostraron que los niveles eran mucho más altos que el objetivo de descontaminación a largo plazo del gobierno de 0.23μSv / h, lo que daría una dosis de 1 mSv / año.
Parece muy alarmante hasta que uno hace algunas comparaciones.
1. La dosis recibida en promedio por un ciudadano debido a fuentes naturales y artificiales tiene
valores típicos de 2-3 mSv anuales.
2. El personal de vuelo en aviones comerciales
añade una media de 2 mSv/año
3. Los trabajadores de centrales nucleares tienen un
límite de 20 mSv/año.
4. Lo habitantes de Espírito Santo, Brasil, que visitan regularmente las playas de Guarapari pueden recibir
dosis en torno a 43 mSv/año.
Respecto a esta última comparación, deja en ridículo a Greenpeace no reclamar las mismas medidas que para la zona de exclusión de Fukushima: 6 años de evacuación y compensaciones económicas de por vida para los afectados, máxime cuando toda la ciencia de la que disponemos
apunta a que dosis por debajo de unos 50 mSv no existen efectos observables sobre la salud (ver sin embargo más abajo).
Tengo la impresión de que hay un sesgo obvio ahí entre la radiación producida en una central muclear y los "otros tipos de radiaciones" procedentes de otras fuentes. O a lo mejor me equivoco y es simplemente una cuestión de imagen, pues reivindicar la evacuación de una zona de playa no sería tan popular como de un área cercana a un accidente nuclear.
Lo cierto es que la estrategia de los antinucleares con la exageración del miedo a la radiación no es nueva.
Aparentemente, las pautas fueron establecidas de manera explícita en un
documento producto de la conferencia
Conference for a Nuclear Free 1990s – No More Chernobyls celebrada en Washington en 1991. Una de las consignas es realmente escalofriante:
"Desarrollar una estrategia para tomar ventaja del próximo accidente nuclear con objeto de terminar con la energía nuclear"
Respecto a la protección radiológica, la estrategia tampoco dejaba lugar a dudas.
Ya ven, que a esta gente jamás va a permitir que la evidencia científico-técnica interfiera con sus opiniones. Eso no ocurre siempre, aunque tengo que decir que los colectivos antinucleares que tratan de argumentar de manera honesta son tan difíciles de encontrar como los tréboles de cuatro hojas.
Una de estas organizaciones --
Union of Concerned Scientists (UCS)-- no se ha declarado nunca explícitamente antinuclear, aunque sí que sus escritos hacen pensar que el único reactor nuclear que consideran totalmente seguro en un reactor sin construir. Sus
textos, sin embargo, muestran conocimientos técnicos y sus argumentos sobre proliferación, residuos y seguridad son por supuesto discutibles pero no desdeñables.
Una publicación fundada en 1945 por científicos que participaron en el proyecto Manhattan,
The Bulletin of Atomic Scientists, tampoco se han declarado explícitamente antinuclear. Pero aunque la publicación trata de mantener una cierta apariencia de equidistancia, lo cierto es que algunos de sus textos (
por ej.) mantienen una posición beligerante con la industria nuclear. Como sucede con UCS, sin embargo, las diferentes opiniones y análisis en sus páginas contienen frecuentemente una calidad argumental nada desdeñable y pueden servir como referencia perfectamente adecuada para una discusión informada. Por ejemplo, el
último número de la revista según escribo este texto es una recopilación de artículos sobre la relevancia de la energía nuclear en la mitigación del cambio climático.
Por último me gustaría poner algún ejemplo de pro-nucleares que fuerzan sus argumentos al límite de la evidencia científico-técnica. El movimiento antinuclear ha utilizado argumentos tan peregrinos, sesgados y anti-ciencia --tal y como hemos visto en los primeros ejemplos-- que los pro-nucleares sólo tienen habitualmente que limitarse a mostrar lo que dicen las publicaciones académicas para ser acusados por los primeros de hacer propaganda extremista. Así de radical y virulento se ha vuelto el debate, no muy diferente de lo que sucede con la seguridad de los transgénicos o los movimientos anti-antenas. Pero algunos pro-nucleares y la industria han entrado en dos derivas muy poco justificables.
La primera deriva es la auto-imposición de la industria de estándares de seguridad por encima de sus posibilidades [ver Addendum al final], por ejemplo anunciando que los accidentes nucleares eran básicamente imposibles. Esos estándares de seguridad poco realistas han retroalimentado una escalada de objetivos de seguridad industria-público-administraciones que nos han llevado a situaciones tan absurdas como las pretensiones de descontaminación del gobierno japonés para la zona de exclusión de Fukushima, que ponía los límites de radiación en valores ridículamente bajos. El último informe de Greenpeace precisamente basa sus reinvindicaciones en que se cumplan esos límites absurdos antes de dejar regresar a la población a sus casas. Pero dichos límites ignoran toda
la ciencia sobre la seguridad de las bajas dosis que podemos medir ahora mismo en la mayor parte de las zonas habitadas en los alrededores de la central. Contener esa deriva implica una estrategia de promoción de la seguridad de la energía nuclear como riesgo comparado con otras fuentes de generación, sobre todo ante el problema del cambio climático. Este último parece estar cambiando esa estrategia de comunicación de la industria.
La segunda deriva es la exageración de muchos pro-nucleares de la seguridad de las dosis bajas de radiación (
un ej.), apuntándose al carro de una hipótesis sin consenso en la comunidad científica que es la
hormesis. La hormesis es la idea de que las bajas dosis de radiación estimulan los mecanismos de reparación celular, provocando un pequeño efecto protector contra los efectos de las mutaciones y el cáncer. Lo cierto es que es una hipótesis muy controvertida y no establecida ni mucho menos en la comunidad. En cierta manera es equivalente al debate sobre los
efectos del alcohol en bajas dosis, que en algún momento se consideraron que proporcionaban ciertos beneficios a la salud.
Personalmente he caído a veces en una forma más débil de esa deriva dando más peso a la bibliografía académica crítica con el modelo
LNT (modelos lineal sin umbral). El LNT es el modelo consensuado por la Comisión Internacional de Protección Radiológica y básicamente en una aplicación del principio de precaución bajo el criterio de que cualquier dosis de radiación es culpable de incrementar el riesgo de enfermedades, hasta que la ciencia demuestre rotundamente lo contrario. Sin embargo, la misma comisión ha prevenido de no tomar demasiado en serio los resultados de aplicar este modelo a dosis colectivas de radiación, puesto que los números absolutos obtenidos tienden a crear percepciones de riesgo que nada tienen que ver con el nivel de riesgo individual, que puede ser muy pequeño para dosis menores que unas pocas decenas de mSv.
Para acabar me gustaría hacer una observación sobre mi posición respecto a la energía nuclear. El lector habrá creído que estoy escribiendo desde una posición pro-nuclear. Me gusta decir que no soy pro-nuclear sino pro-aritmética, citando al recientemente fallecido y admirado
David MacKay. Y lo cierto es que en el fondo me es indiferente cómo la compañía eléctrica se las apañe para llevar la electricidad hasta mi casa. Todos deberíamos buscar electricidad abundante, lo más barata y lo menos contaminante y peligrosa posible. Pero ninguna fuente cumple esos tres requisitos por sí sola, en lo que denominamos el
trilema de la energía.
Los antinucleares deberían ser conscientes de que, aunque tienen perfecto derecho a vivir en un mundo sin energía nuclear, durante muchas décadas la única alternativa a esta fuente gestionable y libre de emisiones de CO2 serán los fósiles. Al menos de momento,
el 100% renovable es un mito que nos ha vendido la propaganda de una industria que, a diferencia de la industria nuclear, cuenta con una magnífica imagen entre el público que comparte en las redes sociales la publicidad como si fuese información. Utilizar menos nuclear implica necesariamente utilizar más fósiles, con las consecuencias para el clima y para la salud de las personas. Lo que jamás podemos pretender es tomar una decisión e intentar librarnos de las consecuencias, inventándonos un mundo donde la realidad funciona de otra manera. Eso sí que es extremadamente peligroso.
Addendum 28/02/2017
Algunos comentarios en twitter apuntan a que no quedaba suficientemente claro a qué me refería cuando hablaba de la auto-imposición de la industria nuclear de estándares de seguridad por encima de sus posibilidades. La expresión puede resultar ciertamente confusa pero la intención (fallida) era reflejar algunas críticas no despreciables a la reacción de la industria ante la presión para aumentar las medidas de seguridad. Por ejemplo, la
reflexión de la facultad de Ciencia e Ingeniería Nuclear del MIT tras el accidente de Fukushima insiste en esa idea
En el New York Times
explicaban hace poco cómo los costes añadidos por las nuevas medidas de seguridad tras los accidentes ha paralizado la industria nuclear estadounidense desde el accidente de Three Mile.
Y hasta la industria
parece consciente de que no ha conseguido
nunca una comunicación de riesgo efectiva con la sociedad.
2017-02-26 23:28 | Nuclear, Energia, Sociedad |
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Comentarios
1
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De: Yepa |
Fecha: 2017-02-27 01:37 |
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Greenpeace para variar es tremendamente deshonesta, ejemplo, señalan sin ningún rubor que:
"These levels far exceed the 1 mSv annual maximum limit recommended by the International Commission on Radiological Protection (ICRP)"
Y más abajo:
"ICRP recommendations for the public, sets the maximum recommended dose for areas that are not affected by a nuclear accident at 1 mSv a year. However, the Japanese government set a condition that it is acceptable for the public to receive up to 20 mSv per year in Iitate, as a response to an emergency right after the Fukushima Daiichi nuclear accident."
Pero lo que en realidad dice la ICRP es que en la situación de de Iiate, es decir situación post-accidente, la recomendación es de una banda de 1-20 mSv/a, es decir que el estándar que ha puesto el Gobierno japones es el recomendado por las instituciones internacionales.
Una interesante lectura a este respecto de mano del Task Group 84 de la ICRP:
Radiological protection issues arising during and after the Fukushima nuclear reactor accident
La página 538 (43 del PDF) trata la confusión que suele nacer de las recomendaciones de de la ICRP y que es lo que Greenpeace está aquí explotando para generar la clásica triada de Miedo, Incertidumbre y Duda.
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De: Pedro J. |
Fecha: 2017-02-27 12:36 |
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Me asustas Yepa. No había pasado 1h desde la publicación de la entrada y ya tienes un análisis detallado del texto de Greenpeace ;)
Te agradezco, como siempre, tus valiosas aportaciones.
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4
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De: Pedro J. |
Fecha: 2017-02-27 13:33 |
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Sin embargo, el final del post dice algo realmente serio (y una verdad como un templo) que he compartido en twitter:
The Fukushima disaster was a needless tragedy that sundered apart entire communities. It is despicable for any organization to continue to prolong this tragedy and exploit people’s understandable fears for the purposes of propagating its outdated, probably disastrous energy policy that puts opposition to nuclear power at front and center even when evidence of the dangers of runaway climate change becomes clearer by day. It is especially despicable to use utterly misleading propaganda like Greenpeace currently does – to solicit donations.
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De: Francesc |
Fecha: 2017-03-07 07:17 |
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Buen artículo, sin embargo no estoy de acuerdo con algunos aspectos.
En primer lugar, que el modelo LNT esté aceptado por la ICRP no altera el hecho de que dicho modelo carece de todo fundamento científico. Para empezar, se basa ya de buen principio en el clamoroso y vergonzoso fraude científico protagonizado por Hermann Muller. Y además de ser un modelo intrínsecamente acientífico (por hacer sus predicciones precisamente en una región en la que resulta esencialmente imposible realizar experimentos con resultados estadísticamente significativos), los postulados de proporcionalidad de dosis y el daño sobre el ADN sobre los que se asienta se han demostrado rotundamente falsos innumerables veces desde múltiples perspectivas. De hecho, el modelo LNT usado por la ICRP nunca tuvo pretensión de ser científico, predictivo o preciso, sino simplemente sencillo para su empleo en la regulación de la industria, pudiendo aplicarse el concepto de dosis colectiva, que básicamente carece de todo significado desde un punto de vista biológico o simplemente lógico. Si el mismo concepto se aplicara a los fármacos, por ejemplo, las aspirinas serían responsables de incontables millones de muertes al año. Para terminar de rizar el rizo, el modelo LNT se establece en base a los efectos observados de dosis agudas (en fracciones de segundo) sobre los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, mientras que se emplea para la predicción de los efectos de dosis crónicas a lo largo de toda la vida de los sujetos, efectivamente extrapolando los resultados obtenidos unos 9 ordenes de magnitud en la escala temporal. Ante este panorama, y el enorme número de victimas resultantes de implementar políticas en basa a la aplicación de tales modelos de forma predictiva, no resulta sorprendente que el ICRP se sonroje y matice que su propia metodología no debe tomarse literalmente. Parece, sin embargo, que su sentimiento de culpa no llega hasta el punto de poner en riesgo su empleo.
Por otra parte, si bien se está aun lejos de comprender en profundidad el fenómeno de la hormesis, en particular con relación a las radiaciones ionizantes, el volumen de evidencias científicas en este sentido acumuladas a lo largo de más de un siglo es, a estas alturas, cualquier cosa menos desdeñable. Un breve compendio de artículos científicos relacionados con los efectos de las bajas dosis de radiación, así como de la hormesis, puede encontrarse en este enlace.
http://ansnuclearcafe.org/2012/07/11/lnt-examined-at-chicago-ans-meeting/#sthash.qIrYW1gB.dpbs
http://www.new.ans.org/about/officers/docs/special-session-low-level-radiation-version1.4.pdf
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De: Pedro J. |
Fecha: 2017-03-07 21:53 |
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Gracias por el comentario Francesc.
Lo mencionaba en relación a mi entrada anterior sobre el consenso científico. Como no soy un experto ni mucho menos en los efectos de la radiación sobre la salud, tengo la obligación de someterme a ese consenso sobre la conveniencia de utilizar el modelo LNT, aunque sea consciente por supuesto de la polémica que mencionas (por ejemplo, sigo a Rod Adams en el blog Atomic Insights, que tiene muchas entradas sobre esa polémica)
El debate que me hizo recular hacia ese consenso es el llevado a cabo hace poco en Physics Today, donde está claro que el debate no está cerrado ni mucho menos.
Sin embargo, sí que tengo claro, como se advierte sistemáticamente por otro lado, que la aplicación del modelo LNT a dosis colectivas en grandes poblaciones es contraproducente para una buena gestión de riesgo.
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De: zet1 |
Fecha: 2017-03-27 05:25 |
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Pedro:
Has dado en el traste con "Como no soy un experto ni mucho menos en los efectos de la radiación sobre la salud".
Tu agenda es claramente seguir defiendo la industria nuclear, no es nada extraño que hace uno años Global Futures, la misma que le dio el premio a Edzard Ernst, coincidan en rechazar el modelo hormético.
¿Por qué rechazan un modelo que apoya en buena medida la homeopatía y contradice varios de los efectos drogales de ciertas sustancias "convencionales"? ¿por qué el mismo Francisco Villatorio admite la hormesis pero Fernando Frías afirma lo contrario?
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