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Hace casi dos años escribía en este mismo blog que un proyecto para utilizar ordenadores en las aulas tiene que venir acompañado del cambio metodológico apropiado. Utilizar un ordenador para que los alumnos sigan conjuntamente un libro de texto digital y hagan las actividades simultáneamente es un concepto de escuela 2.0 ridículo. Desgraciadamente, esta conocida parodia
es una descripción demasiado realista de lo que está siendo la implantación del proyecto escuela 2.0, como demuestra esta carta al Periódico de Cataluña de de una profesora joven
Mi desacuerdo y enojo se centra en la sustitución de los libros de texto por ordenadores. La duración de las clases se ha reducido notablemente, puesto que se pierde mucho tiempo para conectar con los libros digitales y descargar contenidos. Los ritmos de la clase son varios, según los ordenadores de los alumnos; por tanto, no se pueden hacer actividades al mismo tiempo (unos acaban cuando otros todavía no se han conectado). Las pausas que hay que hacer durante las explicaciones a la espera de las descargas y conexiones hacen perder la concentración de los alumnos, que aprovechan para hablar, mirar el archivo de fotografías personales con los amigos o consultar las redes sociales. Cuando consigo proyectar en la pizarra digital la página que quería, habrán pasado, como mínimo, entre 5 y 10 minutos. Hay que volver a reclamar la atención de los alumnos, pedir silencio y levantar la voz.
Desde mi punto de vista, en este debate tienden a confundirse condiciones necesarias con condiciones suficientes. No creo realmente que alguien pueda pensar hoy en día que el ordenador no es una herramienta imprescindible para determinados tipos de tareas. Argumentar que los alumnos no necesitan ordenadores es como haber argumentado en el pasado que no necesitaban libros, fotocopias o libretas. Por supuesto que sería importantísimo para los alumnos disponer de un ordenador cuando fuese necesario. Y por supuesto eso no garantizaría el éxito escolar como contar con libros, apuntes y libretas no ha sido garantía de éxito escolar en el pasado.
Un segundo debate es si las TIC deben ocupar un papel central en torno a que gire todo el sistema educativo. No sé si alguien todavía tiene alguna duda al respecto --¡es una pregunta retórica!--, pero habría que reconocer que su implementación no es una cuestión sólo de introducir ordenadores y libros de texto digitales y en ese aspecto, el proyecto escuela 2.0 era un fracaso anunciado.
Por supuesto que tampoco he comprado todavía la visión de los tecno-utopistas que suelo seguir, como Dolors Reig (El Caparazón) o Scott McLeod (Dangerous Irrelevant) y que básicamente piensan que las nuevas tecnologías cambiarán radicalmente el mundo y el sistema educativo y la interacción entre ambos. Pero lo cierto es que nadie tiene claro cómo implementar todo eso en el mundo real y las supuestas grandes panaceas educativas suelen desmoronarse al toparse con boletines oficiales, reivindicaciones sindicales y las hormonas de la adolescencia.
No veo tan claro que la pregunta de 'si las TIC deben ocupar un papel central en torno a que gire todo el sistema educativo' es retórica.
De hecho, para mí la respuesta es 'NO'
Saludos