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Ecos del futuro

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    Pedro J. Hernández



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    Inicio > Historias > El hermoso cuento de la productividad laboral

    El hermoso cuento de la productividad laboral

    Magnífico artículo del economista Vicenç Navarro que me ha llegado a través de Javier Armentia
    La canciller Angela Merkel, propone realizar reformas en la eurozona encaminadas a mejorar la competitividad de los países que la componen a base de reducir los salarios y los derechos laborales. En tal postura se presupone que la competitividad depende en gran medida de los salarios, de manera que su variación a la baja producirá un aumento al alza de la competitividad, al permitir una bajada de precios, lo que hará que los productos sean más baratos y con ello aumentará su competitividad. Como apoyo a su teoría, Merkel hace referencia a Alemania, cuya elevada competitividad se basa, según la canciller, en la “moderación salarial”, la palabra utilizada en el discurso neoliberal para definir un proceso en el que los salarios están estancados o disminuyen mientras que la productividad aumenta.

    El problema de tal teoría es que los datos no apoyan tales tesis. Como muy bien ha documentado Ronald Janssen en su artículo European Economic Governance: The Next Big Hold Up On Wages, la famosa competitividad alemana tiene muy poco que ver con el nivel de los salarios, con su moderación o con los precios de los productos que Alemania exporta. El éxito de las exportaciones alemanas no se basa en sus precios, tal como ha documentado la propia Comisión Europea. Esta, en un informe de 2010, concluyó que el crecimiento de las exportaciones alemanas durante el periodo 1999-2008 (un crecimiento anual del 7,3%) se debió primordialmente al crecimiento de los mercados importadores. Sólo un 0,3% se debía al cambio de precios de los productos exportados. El milagro exportador alemán se debe, principalmente, al enorme crecimiento de las importaciones de productos alemanes por parte sobre todo de las economías emergentes. Tales productos son manufacturas, equipamientos de tecnologías Telecom, infraestructura de transportes y otros. El éxito de las exportaciones se debe, por lo tanto, al know how y muy poco a los precios de los productos. Estudios econométricos realizados en Alemania han mostrado que una reducción del 10% en su precio sólo aumentaría las exportaciones un 4%. De estos y otros datos se deduce que la moderación salarial que ha tenido lugar durante este periodo en Alemania no era para reducir los precios (que no se redujeron), sino para aumentar los beneficios empresariales, que alcanzaron niveles sin precedentes. El porcentaje de beneficios del sector empresarial en los sectores manufactureros y otros sectores exportadores aumentaron, de un 36% del valor añadido bruto en 2004, al 41% en 2008. Mientras, los salarios permanecieron constantes.
    Los propios datos de la distribución de la riqueza proporcionados por el gobierno germano apoyan esa tesis
    La disminución en los ingresos de la capa más pobre de la sociedad se hace evidente por las siguientes estadísticas: en 2002, 30.4% de todos los ingresos netos fueron compartidos por el 50% más pobre de la población. Sólo tres años después, en 2005, este porcentaje se había reducido al 28,7%. Aquellos que se benefician de esta redistribución son el 10% más ricos, que fueron el único grupo que aumentó su cuota de la riqueza social, en torno al 1,6% entre sólo 2004 y 2005.

    Esta redistribución fue de la mano de la disminución de los sueldos y salarios. Entre 2002 y 2005, los salarios se redujeron de un promedio de 24.873 euros a 23.684 euros;, es decir, alrededor de un 4,7 por ciento-según el informe del gobierno.
    El economista --y excelente divulgador-- Tim Hadford, en base a dos ensayos (uno de ellos publicado como libro por Tyler Cowen que publica el archiconocido blog Marginal Revolution), concluye que nuestra situación económica actual se viene fraguando desde los setenta (sobre todo en EEUU). Hasta los setenta se implementó en todo occidente las enormes innovaciones técnicas concebidas durante la última parte del siglo XIX y principios del siglo XX. Y que resulta obvio si comparamos el cambio social experimentado por la generación que nació a finales del XIX con mi propia generación nacida en los sesenta y setenta.

    ¿La receta para el crecimiento entonces?. Algo que por mucho que se insista nadie parece estarlo tomando suficientemente en serio: mejor educación y más inversión en I+D+i. Por el contrario parece que ha calado --incluso en la clase trabajadora-- el bonito cuento de la productividad. Y el cuento es bonito si por productividad se entendiese un horario más flexible de trabajo (con el mismo salario) y pasar más tiempo con los hijos por ejemplo. Pero no, resulta que se pretende vender en su lugar como salarios que menguan y horarios laborales que se expanden, aunque los datos no corroboren la eficiencia de ese modelo.

    Como he dicho en varias ocasiones, si nuestras aspiraciones sólo consistiesen en ser más productivos, deberíamos pensar en fundar campos de trabajo forzados en lugar de una sociedad más libre, feliz y con mayor tiempo de ocio, que parecía la aspiración de occidente después de la Segunda Guerra Mundial.

    2011-02-12 14:16 | Economia, Sociedad, Trabajo, Crisis, Política |


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