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Ecos del futuro

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    Pedro J. Hernández



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    Inicio > Historias > ¿Quién dijo miedo a la radiación?

    ¿Quién dijo miedo a la radiación?

    Interesante artículo en New Scientist.
    Desde 1950, los límites de dosis permitidas han disminuido un factor de 150. En la actualidad, el límite internacional recomendado es de 1 milisievert por año por encima del nivel de base natural de unos 2,5 milisievert por año. En comparación, una tomografía típica podría darle una dosis de 5 milisievert y una radiografía dental simple o de una fractura en una extremidad, una centésima de esa cantidad.

    Mucho se ha aprendido a lo largo del pasado medio siglo desde la medicina clínica, la radiobiología y accidentes como Chernobyl. No hay duda de que una sola dosis muy elevada es mortal, como el destino de los primeros 237 bomberos de Chernobyl ilustra. En unas pocas semanas, 28 murieron, y 27 de ellos habían recibido dosis superiores a 4 sievert.

    Sin embargo, muchas personas reciben dosis mucho más altas, aunque bajo circunstancias muy diferentes. Cuando un paciente con cáncer es tratado con radiación en una clínica de radioterapia, el tumor muere después de absorber una dosis de más de 40 sievert. Durante el tratamiento, el tejido sano y los órganos cercanos al tumor recibe una dosis accidental de unos 20 sieverts, que es de 20.000 veces el límite anual recomendado y al menos cinco veces la dosis que resultaron mortales en Chernóbil.

    ¿Cómo puede sobrevivir este tejido al "fuego amigo" del tratamiento? La dosis de radiación es la misma, en principio, sea recibida en un hospital o en otro lugar. Pero el punto esencial es que la dosis terapéuticas se distribuyen en cuatro a seis semanas, dando a las células tiempo para reparar los daños. Cada día las células sanas reciben cerca de 1 sievert, y se las arreglan para autorepararse. Las células tumorales reciben una dosis mayor, y no consiguen recuperarse.

    Esto en cuanto a efectos agudos, pero ¿qué pasa con los efectos a más largo plazo? En muy raras ocasiones, el daño es irreparable, y el error resultante puede llegar a producir cáncer. Para saber con qué frecuencia ocurre esto, tenemos que comparar los datos de salud de por vida en un gran número de personas, algunos de los cuales han recibido una dosis de radiación significativa y algunos que no lo han hecho.

    Las bombas nucleares lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 nos proporcionan los datos que necesitamos. Alrededor del 66 por ciento de los habitantes originales de las dos ciudades sobrevivió hasta 1950, ya que sus registros de salud individuales han sido ampliamente estudiados.

    En 2000, el 7,9 por ciento de ellos había muerto de cáncer, en comparación con 7,5 por ciento de lo esperado por comparación con ciudades japonesas similares en el mismo período (Radiation Research, vol 162, p 377). Esto demuestra que el riesgo adicional causado por la radiación es muy pequeño comparado con el riesgo de fondo, y menor que el 0,6 por ciento de posibilidades de un ciudadano estadounidense de morir en un accidente de tráfico en 50 años.

    No es sorprendente que los que recibieron dosis más altas desarrollaron más cánceres. Pero los sometidos a dosis inferiores a 0,1 sievert no mostraron aumento significativo de los cánceres o leucemias. Tampoco sufren un aumento en la incidencia de deformidades, enfermedades del corazón o anormalidades del embarazo. Así que hay un umbral práctico de 0,1 sievert para cualquier efecto mensurable debido a una sola dosis aguda.

    Addendum
    El título de la entrada puede hacer pensar al lector que se argumenta que la exposición a la radiactividad no es perjudicial. No. De lo que se trata es de señalar que su peligrosidad --como la de cualquier otra sustancia-- depende de la dosis. Todos conocemos los efectos de elevadas dosis de radiación o al contacto e ingestión de isótopos radiactivos. Por ejemplo tenemos dos entradas recientes sobre casos históricos muy interesantes: Las chicas radiactivas y Los tres superhéroes de Chernóbil y la noticia en El País que en su día me impresionó como uno de los peores accidentes de contaminación radiactiva de la historia. Pero de ahí a tener miedo irracional a cualquier nivel de radiación va un trecho. De hecho, supongo que el miedo que despierta la radiación de los móviles se debe en gran parte a la asociación de esa palabra --que se refiere a las microondas-- con la procedente de sustancias radiactivas, dos cosas que pueden ser cualitativamente distintas --una sustancia emite a veces partículas tipo alfa (núcleos de helio) o beta (electrones o positrones)-- o cuantitativamente diferente --cuando emite rayos X o gamma, que a pesar de ser ondas electromagnéticas como las microondas, tienen una frecuencias enormemente elevadas--.

    Relacionado: Riesgo de los escáneres en los aeropuertos, Terrorismo nuclear, Hay vida después de Greenpeace

    2010-08-08 01:28 | Biologia, Salud |


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    Comentarios

    1
    De: Juan Fecha: 2010-08-09 10:11

    Muy interesante artículo. He encontrado una web bastante interesante donde podemos ampliar información, así como informarnos sobre la legislación sobre las radiaciones electromagnéticas y la salud.
    www.radiacionysalud.com

    Un saludo, juan



    2
    De: Miguel Fecha: 2010-08-10 15:21

    Durante la radioterapia, las celulas canerosas y las sanas reciven la misma dosis de radiación, solo que las cancerosas tienen menor capacidad para recuperarse y acaban muriendo.
    Solo en casos muy puntuales se puede usar un cuchillo gamma o un robot de radiocirugía que si localizan la radiación.



    3
    De: Pedro J. Fecha: 2010-08-10 16:05

    Gracias por el enlace Juan y por la aclaración Miguel.



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