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Lecciones sobre comportamiento humano
Nos nos engañemos. Esta crisis nos enseña más sobre comportamiento humano que sobre finanzas.
Como el precio de las casas lleva años en continuo aumento, los compradores llegaron a creer que era una ley natural. Cuántas veces no sentí hacer el tonto cuando veía a personas de mi mismo o inferior nivel adquisitivo comprarse grandes casas con la cantinela "cuando no pueda pagarla, la vendo y encima ganaré dinero". Hay aquí en acción varios prejuicios en forma de sesgos cognitivos:
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Efecto Bandwagon. Uno tiende a considerar mejor idea aquello que todo el mundo está haciendo: "todo el mundo lo hace, luego debe ser lo apropiado".
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Disponibilidad. La gente tiende a tener más en cuenta aquello que está más a mano. No había ejemplos cercanos de caída de precios inmobiliarios.
* Sesgo de confirmación. Es decir, la tendencia a tener en cuenta aquello que justifica nuestra teoría favorita. Los compradores sólo consideraban los factores que influían en el aumento del precio de las casas y tendían a ignorar aquellos podían hacerlos caer.
El comportamiento del comprador de riesgo fue incentivado por tipos históricamente bajo y por los recortes fiscales aplicados a la vivienda. Optimismo y exceso de confianza en las propias previsiones hicieron el resto. Y por supuesto, ¿a quién no apetece disfrutar de una gran casa ahora que ir consiguiendo las cosas poco a poco y terminar en el futuro con una casa igual de buena, pero con una economía saneada?. Es el prejuicio conocido como
descuento hiperbólico, o que la gente tiende a preferir una pequeña ganancia rápida que una mayor ganancia a largo plazo.
Los prestamistas cayeron básicamente en el mismo modelo sesgado de los compradores. Las casas seguirían subiendo y las hipotecas siempre podrían ser refinanciadas con las ganancias de la subida. Todo el mundo llevaba unos años haciéndolo y por lo tanto tenía que ser seguro. Además aquello tenía pinta de seguir así por mucho tiempo, por lo que no hacía falta cubrirse de posibles impagos y menos aún para un evento más improbable como el que estamos viviendo ahora. Al fin y al cabo las tasas de impago eran bajas y ¡seguirían por el estilo!. Y todo con el prejuicio de que era su manejo de la situación la que le proporcionaba las rentas y no un golpe de suerte por las circunstancias actuales. Al fin y al cabo uno
tiende a atribuirse los méritos de sus éxitos y buscar en otros las culpables de su fracaso. Y tampoco hay que olvidarse del descuento hiperbólico: la oportunidad de ganar un puñado de euros de cualquier crédito --por arriesgado que fuese-- antes de que se lo llevase otro.
Somos víctimas de nuestra propia estupidez. A los liberales que han querido reducir el estado para mejorar la eficiencia del mercado nunca se les habrá ocurrido que a lo mejor el estado tiene que estar ahí no tanto para intervenir en los mercados como para protegernos de nosotros mismos. Pero en esta ocasión los políticos y los organismo de control decidieron mirar para otro lado. Era demasiado bonito.
Basado en
How did it all happen?
2008-10-10 00:15 | Crisis, Economia, Comportamiento humano |
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Comentarios
1
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De: faraox |
Fecha: 2008-10-10 17:27 |
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Muy bueno el resumen. Quizas me quedo con el final del articulo de "How did it all happen?":
"What we need, fundamentally, is not simply stricter regulation or less greedy bankers. What we need is better economic theory of how these things play out, so that the regulators have better tools to assess and prevent systemic risk. "
Gracias por el articulo.
P.D: perdon por las tildes..
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2
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De: Pedro J. |
Fecha: 2008-10-11 11:53 |
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Después del crash del 19 de octubre de 1987, una serie de encuestas a los inversores sugirió efectivamente la escasa influencia de las medidas tranquilizadoras. La gente vendía simplemente porque los precios estaban bajando.
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3
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De: Teresa |
Fecha: 2008-10-11 18:52 |
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Estoy de acuerdo con la irracionalidad generalizada de nuestros comportamientos. Pero discrepo en que todos seamos estúpidos. Los más perjudicados con la crisis es muy probable que no tengan hipotecas, pero sí tienen paro y/o salarios de mierda y jornadas de trabajo agotadoras.
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