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Ecos del futuro

Reflexiones sobre ciencia, economía, ecología, política y comportamiento humano

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    2006-2024

    Pedro J. Hernández



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    Inicio > Historias > Rendimiento escolar y economía de mercado

    Rendimiento escolar y economía de mercado

    Nuestro sistema estatal de escuelas es la consecución de una idea ilustrada que quizás partía de un principio que al menos hoy en día es falso. No todos los individuos quieren ser educados en el sentido ilustrado del término, lo que no significa que todos los individuos no deseen adquirir ciertas habilidades que ahora todo el mundo ha convenido en denominar competencias básicas.

    Si nos fijamos en casi cualquier otro sector de la sociedad, el siglo XX ha sido un punto de inflexión en innovación y desarrollo que no ha tocado prácticamente a la escuela, al menos desde el punto de vista pedagógico: los alumnos siguen yendo a un aula con un profesor que explica un asunto lo mejor que sabe con una pizarra de fondo, quizás siguiendo un libro de texto y practicando con fichas de actividades, justo como se viene haciendo desde hace varios siglos. Y no se vayan a tirar de los pelos, el sistema ha funcionado hasta alcanzar determinado umbral de éxito --en España por ejemplo se ha notado el cambio producido en los últimos 20 años--. Pero a partir de ahí el progreso y la innovación educativa van a paso de tortuga y desde luego no responden a las demandas de padres y alumnos.

    El fracaso de la escuela lo vemos contando a los chicos que acaban la educación secundaria obligatoria --que es la titulación mínima que se exige-- y es en promedio mayor del 30%, uno de los peores datos de la OCDE.. En las discusiones habituales sobre el tema se menciona la aspiración lógica a parecerse más al sistema finlandés o en el caso de España a lo que ocurre en La Rioja. Pero, ¿y si no somos capaces desde el punto de vista de organizar un sistema educativo complejo con puntos de partida diferentes?. Por ejemplo, nuestros profesores no tienen estudios específicos como en Finlandia y obviamente el nivel socioeconómico de Finlandia y de La Rioja son, para los estándares de muchas comunidades, inalcanzables por el momento.

    Está desde luego la posibilidad de pensar a largo plazo, como es el caso concreto del proyecto 2061 de la American Association for the Advancement of Science para la mejora de la educación científica de los ciudadanos, pero también debemos hacerlo a más corto plazo --a largo plazo ¡todos muertos!-- y el problema que se presenta es que pensamos que es una cuestión de leyes. Todo el mundo lo piensa, desde los políticos a los ciudadanos de a pie.

    Pero los economista son muy reacios a pensar que la planificación sea el mejor camino para conseguir la eficiencia. Si los economistas tienen un argumento de peso, es que en muchas situaciones el problema de eficiencia se produce porque no hay suficiente mercado. La educación de hecho está en este aspecto en la peor de las posiciones. Se trata de prácticamente un monopolio estatal planificado desde arriba y que es reacio a publicar los resultados reales. Si en algún lugar existe "creatividad contable" es sobre los resultados académicos de la escuela.

    En primer lugar los padres y alumnos no pueden elegir la escuela o en caso de poder hacerlo no tienen información de la calidad de ésta. Se enfrentan a una especie de mercado de coches de segunda mano, donde uno no puede distinguir las gangas de los cuatro latas.

    En segundo lugar, la escuela no responde a los intereses particulares de cada familia. A diferencia de las cafeterías donde cada uno consigue su tipo de café preferido, las escuelas no responden a la variedad de demandas.

    Claro que los derechos de las familias no lo son todo. También tienen la obligación de velar para que sus hijos reciban la mejor educación posible. Y también tenemos que creer --mientras no se demuestre lo contrario-- que necesitan incentivos para ello. Y uno claro es la responsabilidad financiera. El valor que damos de un servicio suele estar directamente relacionado con su precio. Si no estás dispuesto a gastar un duro en la educación de tu hijo es que no consideras ésta sea tan importante. Siempre he pensado que el servicio educativo que ofrece el estado debería ser financiado directamente por los padres de tal manera que las ayudas estatales dependieran de los ingresos. No parece progresista que una familia con 100,000 euros anuales de ingresos no esté dispuesta a pagar los alrededor de 4000 euros que cuesta anualmente la educación de sus hijos ni que una familia con 20,000 euros anuales de ingresos tenga que cubrir toda esa cantidad. Por supuesto, si quisiésemos que ambas familias tuviesen capacidades similares de elección, la ayuda correspondiente debería llegar en forma de devolución directa. Aunque siempre deberá existir la supervisión estatal, puesto que repito --por mucho que nos desagrade-- nada garantiza que la familia esté incentivada a gastar ese dinero en una educación de mayor calidad y no en un nuevo mobiliario para la sala de estar.

    Por encima sin embargo de esos tres objetivos está el que la escuela nunca limite la igualdad de posibilidades de familias de diferentes niveles de ingresos. ¿Cómo conseguir esos cinco objetivos de lograr la excelencia de los alumnos, la libertad de elección, la responsabilidad finaciera, la atención a la diversidad y la igualdad de oportunidades?.

    Andrew J. Coulson defiende en su libro MARKET EDUCATION: THE UNKNOWN HISTORY --disponible en Google Books-- que la escuela como empresa privada en busca de beneficios es la única garantía de que se puedan cumplir estos objetivos.

    Pero introducir la economía de mercado en la escuela no significa necesariamente que las escuelas tengan que privatizarse. Si nos preguntamos qué hace que una escuela sea buena, podemos considerar los siguientes factores --siguiendo a Robert W. McMeekin en su libro Incentives to Improve Education: A New Perspective.--

  • Objetivos claros
  • Expectativas elevadas sobre los resultados de los alumnos
  • Una directiva que sea justa, consistente y que respalde al profesorado
  • Un entorno donde reina el orden
  • Padres participativos tanto en la escuela como en la educación de sus hijos
  • Evaluación del rendimiento de los alumnos con retroalimentación desde todas las partes, especialmente desde los propios alumnos
  • Un fuerte sentimiento de comunidad dentro de la escuela
  • Un grado considerable de autonomía y libertad para desarrollar equipos de profesionales con intereses similares y remunerar a aquellos que demuestren excelencia profesional.

    Los que conocemos bien la escuela pública vemos cómo en los dos primeros aspecto ésta hace aguas --en gran parte por culpa de la administración y su obsesión en creer que los problemas se solucionan con la ley-- y cómo en el resto es francamente mejorable.

    McMeekin propone tres líneas principales de incentivos: Remuneración (incentivos financieros para los profesores), Competición (incentivos financiero para aumentar la capacidad de elección de las familias) y Amenazas (intruducción de estándar de calidad externos).

    El primero no es sencillo de implementar. De hecho, los pagos relacionados con los resultados probablemente no son un incentivo a largo plazo para los profesores. El sistema Finlandés por ejemplo se basa en su profesionalidad y prestigio social que obviamente influyen en la motivación y sobre todo en la autoconfianza y suficiente libertad para la innovación. McMeekin defiende en base a la experiencia chilena que los premios al trabajo colectivo funcionan mejor como incentivo.

    La segunda línea de incentivos obviamente aboga claramente por la introducción de la escuela privada. Pero no creo que sea necesaria --como algunos pretenden-- la desaparición de la escuela pública. Lo que sí parece claro es que sería necesaria una competencia entre escuelas públicas que repercuta en incentivos de mejora y que la información sobre la calidad de cada escuela estuviese disponible al público para que las familias puedan elegir la que consideren más apropiada a sus intereses --probablemente el mejor indicador de la calidad de una escuela podría reflejarse en los precios de las viviendas próximas--. Esto conecta con la tercera línea de incentivos: la introducción de estándares de calidad externos.

    La importancia de los controles de calidad externos la vemos simplemente en el hecho de que el único curso donde los objetivos están aceptablemente claros y hay ciertas expectativas sobre los resultados de los alumnos es 2º de Bachillerato motivado sin ninguna duda por la PAU. Aunque la prueba sea imperfecta, su existencia crea ciertos efectos positivos no despreciables. ¿Cuál sería la prueba externa ideal?. Bueno, no lo sé. Pero una pista interesante podría venir del artículo

  • Incentives for Schools, Educational Signals and Labour Market Outcomes

    donde se muestra la importancia de la existencia de exámenes de evaluación externos. Los autores tratan de estudiar las señales que los títulos de graduación envían al mercado laboral. En otras palabras, si un poseedor del título tiene ventajas en el mercado laboral. Esto me sugiere la idea --no sé hasta qué punto considerada-- que fuese de alguna forma las demandas del mercado laboral la que fijasen los criterios de las pruebas externas que marcarían los objetivos finales de la enseñanza.

    Los papeles tan diferentes de los agentes educativos hace que los incentivos para unos se conviertan en desincentivación para otros. Por ejemplo, un profesor que asume más trabajo puede ocasionar que sus alumnos asuman realizar menos trabajo --supongo que si algún profesor está leyendo esto no le sonará descabellado--. O en una competición entre escuelas, éstas podrían intentar mejorar sus resultados seleccionando la calidad de sus alumnos y no necesariamente mejorando la propia calidad de la institución. Es lo que deducen
    Gianni De Frajayand y Pedro Landerasz de modelos simplificados de escuelas en competición en este artículo

  • Could Do Better: The Efectiveness of Incentives and Competition in Schools.

    Los incentivos adecuados no tienen por qué ser fáciles de identificar. Lo que no significa que no existan. De hecho la economía ahí tiene uno de sus puntos fuertes. Se convierte en casi tautológico que uno siempre puede buscar un incentivo que aumente la eficiencia porque los incentivos son precisamente aquellas acciones que aumentan la eficiencia. Sólo hay que encontrar los apropiados. Y por suerte o por desgracia, el incentivo ilustrado de que todos los hombres quieren ser como Voltaire cumplió su función, pero quizás llegó la hora del cambio.

    2008-02-22 18:28 | Sociedad, Educacion, Economia |


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    Comentarios

    1
    De: JJ Fecha: 2008-02-22 18:40

    Un artículo un tanto largo, aunque la idea básica está clara... yo no sé si el mercado es una buena idea, porque el producto no se ve hasta el final, y quien recibe el producto (los padres, o los propios que lo sufren) no están preparados para evaluar su calidad.
    Pero vamos, que hay un problema, y que lo cierto es sin un sistema educativo que funcione, la competitividad se va (se está yendo) a hacer puñetas.



    2
    De: Pedro J. Fecha: 2008-02-22 18:42

    Para lo largo que es, lo has leído bien rápido JJ ;-))



    3
    De: Anónima Fecha: 2008-02-22 18:46

    Ahora hay que hacer un cuestionario y comprobar si también se ha leido los enlaces :D

    (a mi no me ha dado tiempo)



    4
    De: JJ Fecha: 2008-02-22 19:28

    Es que de todas formas es jodido de implementar. El sistema de vouchers que hay en los USA (o había) no creo que sirva de nada; y un sistema aquí en España sería peor todavía. Lo único que (posiblemente) funcionaría sería un sistema real de evaluación del profesorado, y ayudar a estos con incentivos, mejoras, y, sobre todo, sabáticos.



    5
    De: Satie Fecha: 2008-02-22 21:01

    Interesante opinión, sin estar basada en la demagogia como normalmente suele ocurrir cuando se critica nuestro sistema educativo. De acuerdo con lo de que las leyes ni mejoran ni empeoran. El factor clave es el profesorado. Nuestro sistema funcionarial es un obstáculo real para el progreso de las escuelas. Trabajar por objetivos, hacer que los docentes nos acostumbremos a que se evalúe nuestro trabajo y por supuesto incentivar la carrera docente.
    Un último aspecto, ¿conocemos el porcentaje de bajas por enfermedad y ausencias del profesorado en secundaria? Llevo más de 16 años en Institutos y le aseguro que en todos ha habido siempre problemas de ausencias de profesorado. Faltar a nuestro puesto de trabajo, nos sale bastante barato, y esto que no queda bien políticamente hablando, es un problema que influye en muchos aspectos, por ejemplo la convivencia. Quizás enseñar es una aspiración demasiado pobre para algunos, pero es un trabajo bien remunerado en relación a las horas de dedicación, y sobre todo seguro. Así que, aunque a uno no le guste,no lo va a dejar. Los alumnos lo padecen.



    6
    De: Pedro J. Fecha: 2008-02-22 22:01

    JJ, una de las reglas básicas para que funcione el mercado de manera eficiente es que todo el mundo parta de condiciones similares. En el caso estadounidense --que no conozco en detalle-- podría ocurrir una especie de polarización con escuelas muy buenas que tienen mucha demanda y escuela muy malas a las que finalmente tendrán que ir los alumnos menos capaces que una historia estadounidense reciente de mala distribución de la riqueza seguramente coincidiría con los menos favorecidos de la sociedad.
    Ese fenómeno de segregación es reproducido en el modelo de Gianni De Frajayand y Pedro Landerasz que mencionaba en la entrada.

    Satie, respecto a las bajas del profesorado mi impresión es que la ausencia de un profesor se nota mucho en un Centro, pero creo recordar que las estadísticas de bajas no diferían mucho de las que se producen en cualquier otra profesión. Aunque hablo de memoria. Quizás sería interesante tener los datos concretos al respecto.



    7
    De: faraox Fecha: 2008-02-23 16:46

    Veo por los comentarios que se está haciendo hincapié en el problema del profesorado. Yo entiendo, como comenta Satie, que el modelo de funcionariado es un obstáculo para todo el sistema educativo, el sistema pierde dinamismo, los profesores no se evalúan y no se esfuerzan, etc.

    Pero no veo que ese sea el mayor de todos los problemas (estoy más o menos relacionado ya que tengo muchos familiares y amigos que son profesores), en todo caso para mi el principal problema sigue siendo el entorno social del niño, unos padres que no se preocupan de la educación, que no apoyan al niño o no son un claro referente de motivación para el estudio, va a conseguir que dificilmente el alumno pueda superar el sistema educativo independientemente del profesor. Uno de los puntos que extraigo yo del informe PISA es la relación del nivel de estudios de los padres (que normalmente viene acompañado de un nivel de vida más alto) con el nivel académico de los hijos.
    Entiendo desde mi perspectiva que los puntos más interesantes del Incentives to Improve Education: A New Perspective son :
    *Participación de los padres en el entorno de la escuela.
    *Un fuerte sentimiento de comunidad dentro de la escuela



    8
    De: Pedro J. Fecha: 2009-09-30 19:14

    Según un enorme estudio en la India que abarca unas 500 escuelas y más de 50,000 estudiantes, cuando primas a los profesores según el rendimiento de sus alumnos en pruebas externas, el rendimiento mejora.



    9
    De: Pedro J. Fecha: 2011-04-08 20:49

    Pero que el rendimiento mejore no significa que los alumnos estén aprendiendo más, sino que están mejor preparados para las pruebas que se les ponen. ¡Correlación no significa causalidad! :)
    Giving teachers bonuses for student achievement undermines student learning



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