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Ecos del futuro

Reflexiones sobre ciencia, economía, ecología, política y comportamiento humano

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    2006-2024

    Pedro J. Hernández



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    Inicio > Historias > La responsabilidad de los ricos

    La responsabilidad de los ricos

    Una de las obligaciones de los estados democráticos modernos es la de favorecer la distribución de la riqueza. No lo están haciendo bien, pero siempre lo harán mejor que una dictadura. Pensemos en Guinea Ecuatorial, formalmente una democracia desde 1991, pero dirigida por un dictador Teodoro Obiang Nguema. Guinea Ecuatorial es una país con una población en torno a medio millón de habitantes. El PIB per cápita ha experimentado un crecimiento record de cerca de un 350% desde 2004. La razón es el petróleo cuyos beneficios se han desviado en su mayoría a las compañías norteamericanas y francesas que lo explotan y por supuesto a los allegados del dictador. La mayoría de guineanos sigue siendo tan pobre como siempre. Es lo que denomina el economista Joseph Stiglitz la maldición de los recursos

    El otro día, hablando de política y después de hacer ciertos planteamientos, un conocido me tachó enseguida de marxista y me preguntó si lo que quería para España era algo parecido a lo de Cuba. Le contesté inmediatamente que mi referencia político-económica estaba más bien en Escandinavia. Defender hoy en día una revolución socio-económica en favor de los pobres sigue siendo visto poco menos como una herejía política.

    Sin embargo, el momento que vivimos es crítico por varias razones. En primer lugar estamos viviendo las debilidades del sistema financiero de crédito. La situación está explicada de forma sencilla en Un Mundo Perpeplejo. Se habla de las crisis de 1929 --precedida por el hundimiento del mercado inmobiliaro en Florida--.
    Se habla de que los mercados pueden haber alcanzado lo que se denomina un máximo de Minsky. Voy a intentar explicar la idea básica --piénsese en el mercado inmobiliario y a todo el mundo no le parecerá muy desencaminado--. Cuando no se han vivido buenos tiempos, pero las cosa empieza a ir mejor, digamos que las inversiones se hacen de forma prudente sobre seguro. Los bancos ofrecen prestamos con suficientes garantías de pago. La cosa empieza a ir bien, todo el mundo huele las posibilidades de beneficios y se empieza a abusar del crédito para invertir. Los bancos también ven ocasión de obtener beneficios y son más flexibles en la concesión de créditos pensando que siempre existen fuentes alternativas de refinanciación en el caso que haya problemas a la hora de hacer frente al pago. Se llega así a una situación de riesgo extremo --y por supuesto, precios elevados--. Hasta que entra el pánico por el excesivo riesgo y empiezan a desaparecer las fuentes de refinanciación. Hay mucha deuda en el mercado y muy poca liquidez. Como explica Nouriel Roubini la relación entre capital líquido invertido y la deuda adquirida a partir de él a lo largo del sistema financiero puede llegar a 1:100, con lo que una caída del 1% en las inversiones puede acabar con la inversión líquida original.

    En la escalada de la deuda han ayudado dos factores que no deberían darse en ningún caso: cierta opacidad en las operaciones y la mirada para otra parte de las autoridades que permiten el abuso del sistema de crédito. Los bancos centrales se ven en la obligación de inyectar liquidez, lo que repercute en un aumento de la inflación, situación que además pretendían evitar con el aumento de los tipos de interés. El resultado de todo ello es que las familias hipotecadas termina pagando dos veces la laxitud de las autoridades y los mercados: hipotecas y cesta de la compra más caras.

    Quien asume así los beneficios en las épocas de bonanza económica es el capital y quien asume las recesiones son los más desfavorecidos.

    En segundo lugar está el problema de la crisis energética. Aunque he comentado extensamente el problema en este blog y me he mostrado muy pesimista respecto a las soluciones potenciales, no puede estar más de acuerdo con la entrada de Moon of Alabama en que no se puede convertir en una excusa para que volvamos a cargar el peso del despilfarro y la mala gestión energética a los más desfavorecidos. El problema lo tienen que solucionar primeramente los ricos. Empezando en occidente por gravar el despilfarro energético de los que más ganan y por supuesto no oprimir con otro peso el desarrollo económico de los países pobres que depende en gran medida de permitirles un aumento en su consumo energético. Como plantea Freeman Dyson, los mayores despilfarradores energéticos del planeta --los norteamericanos-- deberían asumir de alguna forma el aumento de las emisiones de China y otros países emergentes como pago a su ineficiencia energética del pasado.

    En una frase, son los ricos lo primeros que tienen que apechugar con los problemas de nuestro tiempo porque ellos han sacado el suficiente provecho y tienen una deuda que pagar. Sabemos que eso nunca ha ocurrido y no ocurrirá sin una revolución social que consistiría en promover los mecanismos que potencian la distribución de la riqueza y penalizar los que no lo hacen. Si por ello tengo que ser acusado de marxista, pues que le vamos a hacer.

    2007-08-17 15:30 | Economia, Política |


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    Comentarios

    1
    De: migue Fecha: 2007-08-17 17:04

    Completamente de acuerdo. No sólo no se van a responsabilizar de nada, sino que seguirán luchando por que el beneficio al que están acostumbrados siga siendo el mismo.

    Dicen que los ricos también lloran, pues enjuaguemos sus lágrimas con una revolución. ;)

    Saludos



    2
    De: Minerva Fecha: 2007-08-18 00:03

    No me extraña que te tilden de marxista en los tiempos que corren al defender estas ideas; por desgracia, ya no nos queda ni el Estado del Binestar como referencia.



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